lunes, 1 de noviembre de 2010

IMANES DE AUDIENCIAS

Tenemos manías y pasiones que no responden a ninguna lógica.
En los informativos radiofónicos, la información metereológica era un momento clave de la emisión. A su lado se colocaban los mejores anuncios y las noticias que se querían destacar porque era el momento de mayor interés de escucha de la audiencia.
Todos hemos vivido ese momento de la cena familiar en que el padre de familia gritaba:
-¡Callaos, callaos, que van a dar el tiempo?
Y todos se callaban y escuchaban. En aquellos tiempos de ciudadanos venidos del campo a la ciudad, había una cierta lógica. La metereología es vida o muerte para el campo y los inmigrantes a la gran ciudad traducían su nostalgia en la procupación por una cosecha que no habían sembrado. Tenían clavado en sus genes que el mal tiempo provoca malas cosechas y las malas cosechas provocan la hambruna.
También sabíamos que la medicina era un gancho eficaz para atraer audiencia. Un médico y una enfermedad con nombre que diera miedo provocaba la inmediata participación de la audiencia. Iñaki Gabilondo, el Hoy por Hoy y la SER, le deben mucho a Ramón Sánchez Ocaña. En los tiempos heróicos del programa, cuando cada día era una batalla para rasparle oyentes al líder indiscutible de la época, Luís del Olmo, la participación diaria de Ramón contribuyó sustancialmente a la victoria sobre el todopoderoso rival.
¿Y ahora, cuál es el imán de audiencias? ¿El fútbol?
No, más bien el pretexto del fútbol.
El programa televisivo que revolucionó la comunicación de los primeros años del sigo XXI se llamaba: Tómbola y lo emitía Canal 9, la televisión autonómica valenciana. Su importancia histórica no es porque inventara los programas de cotilleo. Su importancia es porque descubrió que el contenido carecía de importancia en televisión. A la gente lo que le entretenía era ver en un "plató" a una persona diciendo salvajadas de otra, a ser posible famosa, y a unos contertulios que tomaban posición a favor o en contra con insultos, burradas soeces e ignorancia supina de lo que se estaba hablando. Lo importante no era lo que se decía ni de quién, lo importante era el volumen de los gritos y la vulgaridad con que se expresaba. ¡Era la venganza definitiva de una sociedad envidiosa. Se acabó la televisión que te avergonzaba de tu ignorancia y falta de perspectivas de triunfar en nada. Unos maleducados y vulgares como tú destrozaban la vida de los que creías que eran más que tú porque eran famosos y llevaban una vida de privilegios que tu no podías ni soñar para ti..
Aquel programa, fue el origen de muchos programas. Pero, sobre todo, fue el origen de un nuevo estilo de hacer comunicación. Se trate del tema que se trate, lo importante es decir burradas para crear polémica y generar sectarismos y banderías.
Fue José María García el primero que explotó la audiencia negativa. Es decir, la gente que sigue a un comunicador para cabrearse, escandalizarse y odiarle por lo que dice. Luego han venído muchos, en la radio y fuera de la radio. De los que he conocido, casi ninguno creía en lo que decía. Sólo lo decían por la audiencia que despertaban y la pasta que ganaban con ello.
La fórmula se extrapoló al contenido político y grupos editoriales se lanzaron al ruedo televisivo con tertulias y tertulianos.Y como no, llegó al fútbol. Hoy las televisiones luchan por la audiencia con tertulias futbolisticas puras y duras. No tienen imágenes, no tienen retransmisiones, pero atraen audiencias hablando de fútbol a pesar del fútbol.
Son programas curiosos, hechos a base de grito y burrada para no decir nada, pero ocupando antena hasta el infinito. Tan apegados están a la fórmula que, si les quitas el sonido (bueno, puedes dejarlo porque con el griterío y peleas cruzadas tampoco se entiende nada), no encontrarás ninguna diferencia entre Sálvame, El gato al agua, Futboleros o Punto Pelota.
Los genios siempre se han caracterizado por ser unos adelantados a su época. Hace muchos, muchos años, el gran Ibañez publicó en DDT esta página...

Como el supo ver, hoy el fútbol no es un deporte... ni siquiera es un espectáculo sobre un cesped, ¡Es un espectáculo en las gradas! Los jugadores y el árbitro son un mero pretexto para impulsar la creatividad destruciva y borrega de los miles pobladores de la grada. A los tertulianos les corresponde el papel de animadoras.
¿Quién me iba a decir que mi antiguo compañero de la "Facul", José Damián González, pasaría de becario fundador de El País a majorette de tertulias deportivas?

¿La dictadura marketiniana de las audiencias convertirá la comunicación en un infierno dantesto: "Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza" (Inferno III:9)?
Es posible si logran vencer a los que están condenados a transformar el mundo: La inmensa minoría. Una de estas personas jóvenes me descubrió un día, un gran programa televisión por continente, presentación y contenido: REDES. El programa de ese filósofo (amigo del saber) Eduardo Punset, que tanta gracia hace a los profetas de la vulgaridad progre (Buenafuente). Un programa marginal (domingos a las 21:30) en un canal marginal, la 2, con una audiencia marginal que tiene miles, 352,546 para ser exactos, de seguidores a traves de la red.
Súmate tú también en http://www.eduardpunset.es/
 
Seguiría escribiendo pero, como todos los sabios, Eduardo Punset acaba de sellarme los míos con sus últimas palabras en el blog:
"Si me pidieran la causa de que los españoles tengan que pagar ahora a sus acreedores bastante más que otros deudores europeos, como los alemanes o los franceses; si me requirieran ahora para que explicara los malos resultados escolares de los españoles, comparados con los del resto de Europa; si tuviera que detallar las razones históricas de que hayamos tratado al resto de los animales tan mal o peor que a las personas y, en todo caso, peor que en los demás países de Europa, aduciría, por supuesto, el aislamiento histórico del que fuimos protagonistas durante gran parte de nuestra historia moderna pero también y sobre todo nuestra costumbre inveterada de hablar más de lo que escuchamos."
Nunca agradeceré basatante ni olvidaré a la joven compañera de mi antiguo trabajo que atrajo mi atención hacia él.

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