jueves, 25 de noviembre de 2010

EL RECORTE A LOS FUNCIONARIOS

Los funcionarios públicos españoles están muy tensos porque se ven abandonados por el resto de la sociedad ante los recortes salariales que sufren. La verdad es que siempre fueron los patitos feos desde el mismo día que el armador de la función pública española, Felipe II, la pusiera en marcha para gobernar las Indias desde el Escorial. Aquel mismo día conseguir un sueldo seguro y vitalicio del Estado se convirtió en el ideal de vida de un gran número de españoles. Un sueldo romo, sí, siempre menor que en la empresa o el negocio privado, sí... pero seguro.
















La aceptación de ese escaso salario respecto al mercado supone que, quien quiere ser funcionario, lleva un plus de gratificación en su deseo: el de servir a la sociedad a la que prestan su trabajo. También supone el origen del punto de descalificación de todos por la actitud de una parte: impulsados por la envidia del el enriquecimiento ajeno, algunos funcionarios deciden obtener píngües beneficios de la función pública sirviéndose de ella.
Perdonen que hable de mi mismo pero la condición de parado me ha llevado a un contacto con los funcionarios (INEM, Seguridad Social, Servicios de Salud, Servicios Municipales de Empleo...). Lamento que lo que voy a decir se contradiga con la visión folklórica y masivamente asumida de los funcionarios, pero lo único que he encontrado ha sido funcionarios (mayoritariamente del género femenino) amables, educados, dispuestos a ayudar en todo lo posible, con tremendas cargas de trabajo par atender a unas personas desesperadas y frustradas consigo mismas y con la vida que les espera.
Una querida amiga, que además es funcionaria, me alerta sobre el artículo que publica PEDRO FERNÁNDEZ VICENTE en MADRIDDIARIO.ES.

http://www.madridiario.es/2010/Mayo/opinion/pedro-fernandez-vicente/187121/pedro-fernandez-vicente.html

Comprendo que el artículo corra por los ordenadores de los funcionarios públicos. Sólo comete una injusticia. Afirma que en las empresas no se ha recortado, con el pretexto de la crisis, el suelo a los empleados. Es radicalmente incierto, como los empleados del Grupo Prisa pueden atestiguar, sin ir más lejos.
La bronca de los funcionarios públicos profesionales debe ir por otros derroteros, porque el enemigo lo tienen en casa... ¡en la mesa de al lado! Lo que hay que recortar, mediante extinción del gasto y del presupuesto, es el empleo de los "paniguados".
¿Quienes son los paniaguados? Los paniaguados son los cargetes, asesores, personal contratado, personal de confianza, personal de libre designación... que no son más que militantes, familiares y palmeros del partido gobernante. Hay centros públicos, la presidencia del gobierno sin ir más lejos, que tienen más paniaguados que funcionarios de carrera.
Los funcionarios, para dignificar su vocación de servicio y su utilidad, deben liberarse de las ansias de medrar y poner coto, denunciar y no dejar actuar a esos paniaguados que, confundidos entre los funcionarios, se dedican a no hacer nada, a estorbar el trabajo del funcionario, a servir a los amigos de sus amos... en definitiva, a pasar por funcionarios sin serlo y siendo responsables de la inquina y la envidia con que la sociedad juzga a los auténticos servidores públicos.
Si fuéramos una sociedad democrática auténtica y no una finca de explotación partidista en los ministerios no habría más cargos de libre designación que el ministro, en las comunidades autónomas que los consejeros, en los ayuntamientos que los concejales de área... Y todo lo demás: funcionarios de carrera y vocación de servicio público.
Esa es la auténtica revolución que la democracia necesita. Esa es la fórmula que necesitamos para reducir el gasto público y recuperar el crédito internacional que nos permita salir de la crisis.

P.D.: Payasete y Fuchinin, del gran Palop, eran mis personajes favoritos del PUMBY en mi infancia.

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