Aparentemente, otro pueblo dormido de la meseta, apenas a cinco kilómetros de Zamora. pero Villaralbo tiene un hotel...
...Casa Aurelia.
Te atiende una familia simpática y muy dispuesta a hacerte agradable la estancia en Zamora con sus consejos y orientaciones, aunque no les guste salir en la foto y prefieran que les conozcas personalmente.
Casa Aurelia tiene un secreto... ¡Su huerto!
Y eso garantiza que en su restaurante vas a disfrutar de la mejor comida de menú que se puede encontrar en Zamora. El restaurante de Csa Aurelia ha entrado, directamente, en mi lista de los mejores restaurantes de comida casera de España. Mis 107 kilos hipertensos avalan la calidad de mis opiniones gastronómicas.
Después de comer, se impone el paseo por un Villaralbo en el que te encuentras con sorpresas: como los murales grafiteros junto a la iglesia.
O el chalet-castillo de un empresario local de cuadros eléctricos y presidente del club de futbol que cuenta con el único campo de España iluminado por energía solar. El chalet es un exceso de piedra, jardines y estatuas.
La portada del castillo-residencia habría vuelto a matar d envidia a Jesús Gil.
Ya con el ojo preparado para apreciar la arquitectura en piedra y los bronces históricos, te diriges al casco histórico de Zamora. Como personas educadas, lo primero es pasar por la casa del Cid a ver si hay alguien en casa.
Como parece que allí no hay ni Dios, cruzas enfrente, no sea que Dios si esté en la suya, la Catedral, que parece tener línea directa con el cielo.
Y así descubres una de las cosas más hermosas que has visto en tu vida: el cielo de Zamora al atardecer.
Te lo vuelves a encontrar en jardines expléndidos...
En su fortaleza...
En el recuerdo a Viriato, que se quiere que sea un héroe zamorano...
Y por supuesto en el emblemático Duero cuando te vas...
Te vas siguiendo su ribera, hasta la expléndida vega de Toro.
Porque la noche pide buen vino y... dulces de una excelente pastelería que hay junto al arco de la Puerta del Mercado.
Bien comido y bien bebido te lanzas a navegar por aguas internacionales del Duero...
El extrajero se asoma sobre el acantilado.
Así que aprovechas para entrar en Portugal. En Miranda del Duero la gente es dura vendiendo.
Pero te traes las toallas, los manteles y te pones hasta las trancas de bacalao a la portuguesa. ¡Menos mal que hay járdines preciosos tras su hermosa catedral!
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