Mi amigo Paco sigue siendo víctima de los peligros del golf.
A mi amigo le hacía mucha gracia que estuviéramos aprendiendo a jugar al golf:
"Ese es un juego de viejos pijos" -decía.
Pero un día, por casualidad, cogió un palo para hacer unas risas, le dió a la bola y...
¡Su vida cambió!
Se hizo un fanático del golf. Paco el deportista extraordinariamente competitivo, se encontró con la horma de su zapato. Había encontrado al competidor ideal: a si mismo. Porque el juego del golf, juegues con quien juegues es siempre un desafío contra ti mismo que te obliga a ser mejor cada vez que coges los palos.
El deporte, más bien la victoria en el deporte, ha sido una característica común a los totalitarismos. Al fin y al cabo, el triunfo en el deporte consiste en ser, para sentirte, superior a todos los demás. No deja de ser curioso que el deporte más elitista, el golf, sea el de espíritu más democrático. Un deporte en el que un aficionado principiante puede ganarle a un profesional. Sólo necesita mejorar su handicap en la competición. para ganar a los demás no tienes que ser mejor que los demás, tienes que ser mejor que tu mismo.
Además es un deporte de riesgo. El grito de "!Bolaaaaaaaaaaaaaa...! puede ser muy doloroso si termina en "zo".
¿Quién puede olvidar el bolazo del hoyo 10 en los links de "La Dehesa".
Para tí, Paco, que sigues jugando al golf.
Si quieres tenerlo colgado en casa, pídelo mandando un email.
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