lunes, 28 de junio de 2010

EL PERIODISMO QUE NO NOS DEJAN HACER

Enrique Arias Vega, el veterano periodista y escritor, que ya ha sido noticia en este bolg, reclama nuestra atención sobre un reciente artículo suyo:

Historias Sobre La Libertad De Expresión

  (Este breve ensayo fue publicado en la revista de pensamiento "Papeles del Novelty" nº 19, de Salamanca, en junio de 2010)
 La portada no se corresponde con el número en que aparece el artículo.

 Para leerlo, pulsa en este enlace:


http://www.articuloz.com/cultura-articulos/historias-sobre-la-libertad-de-expresion-2661597.html


En él se habla de Cuco, de Asensio y de otros nombres claves de una época en la que ser periodista significaba tener una misión. En aquellos años, se era periodista para traer la libertad a España y el rasero: igualarnos con en lo social, económico y político con Europa. Aquel periodismo entregado y voluntarioso, murió por su propio éxito. En aquel periodismo, Karmele, era la directora emblemática de la revista Star, dedicada al rock, la contracultura y la exaltación del consumo de estupefacientes...

...Erviti hacía periodismo de trinchera en una revista humorística, El Jueves, e Iñaki Gabilondo le escribía las cuñas publicitarias de radio a UCD (Por un buen montón de pasta, eso sí).



En su artículo, Enrique reconstruye el momento en el que murió el periodismo ético. El momento de la concesión de las televisiones privadas.
Fue entonces, cuando los editores dejaron aparte sus sueños de editar periódicos que transformaran aquel país subdesarrollado para convertirse en tiburones empresariales. Descubrieron que el periodismo ético da prestigio, pero que el periodismo de trinchera regala jets privados, palacetes en primera línea de playa y mesa en la cocina de Arzak con sólo llamar el día antes.
Todos querían ser Rupert Murdoch.


Enrique Arias Vega cuenta, con gracia y detalle, como fueron las negociaciones del Grupo Zeta con el gobierno para conseguir alguna concesión.
Otro de los que fracasaron, fueron los de Diario 16, con Pedro Jota a la cabeza. El "enfant terrible" de la prensa popular se agarró un globo terraqueo. Como el Grupo 16 intentaba templar gaitas, era un proyecto de su joven director, pero ellos no lo veían claro. Tiró por la calle de enmedio y buscó la pasta italiana para montarse su Mundo. Ese fue el principio del fin del periodismo en España.
Si no podía hacerse rico e influyente con la televisión, se haría rico e influyente fanatizando y sirviendo a los que tenían el dinero entonces, los políticos y empresarios de la derechona. 

El resto de editores, viendo su éxito, decidieron seguirle a marchas forzadas. Y eso dió pie al segundo momento en que un ególatra agarró el canasto de las chufas y tiró por la calle de enmedio, Juan Lu. Cebrián también estaba cabreado, lo de Canal+ más que una concesión era una putada, ¿Quién iba a pagar por ver lo que siempre había sido gratis? La conversión de el periódico que de mayor quería ser Le Monde, venta de muy pocos periódicos para lectores muy influyente, al Pravda/Granma del PSOE fue una simple estrategia de marketing. Todos los periódicos se habían polarizado hacia la derecha y, estúpidamente, dejaron  vacío el hueco de los 10 millones de votantes del PSOE. Cuatro grupos editoriales se mataban entre si por repartirse la audiencia de la mitad de los españoles. Y el País se quedaba sólo con la otra mitad entera. El hueco estaba claro, un negocio cuatro veces mayor que el de la competencia. ¿Que a Don Jesús, albacea del rey, le gustaba poco eso? Bueno, eso  le daba dinero para mantener y desarrollar lo único que le interesaba, Santillana. Eso le permitió alcanzar un sueño, recibir y agasajar a sus amigos en... ¿Una mansión, un palacio, un castillo? No, en un hotel de superlujo en Tenerife donde pasar los fines de semana...


Hotel Jardín Tropical, Adeje, Tenerife, España

Enrique Arías me podrá objetar que también estaba el que él dirigió, "El Periódico de Barcelona". Pero era eso... de Barcelona, un diario popular localista alejado del poder.
El franquismo, la huella moral del franquismo hizo el resto. Un país que había vivido temeroso hasta la cobardía, Franco murió en la cama cagándose en melena en todos los españoles (se lo recuerdo a los heróicos rojos de salón que tanto vocean hoy), quedó fascinado por unos editorialistas, columnistas y demás pesebreros (tertulianos de radio, por ejemplo) que ponían a bajar de un burro a los mandamases en el poder.
Aquellos polvos trajeron estos lodos. Hoy los periodistas tienen que tener un blog, aunque no les lea ni les apoye nadie, para poder decir lo que deben y no lo que interesa a los negocios, prevendas y chanchullos de sus editores y consejeros delegados con la supervisión de sus perros amaestrados: directores y periodistas estrellas.


¿Alguna vez nos atreveremos a contar lo que realmente supimos de estos años de miseria moral periodística?


¿Para qué? 

Hoy todo está tan corrompido que una buena periodista y conocedora del tema que trata, que cuenta lo que pasa con orden, respeto y buen castellano, no es apreciada por ello. Ella se beneficia de un contrato estrella, la acosan los paparazzi y la critican desnortados dirigentes de la Asociación de la Prensa (Urbaneja) por el delito de tener unos ojos claros, un cuerpo esbelto y salir con un mostoleño...


Sara Carbonero e Iker Casillas.
 

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