Los alumnos de AMANCA para conseguir el Certificado Europeo de Aptitud profesional de Cocina estamos en plena acción. Divididos en grupos, competimos por sacar adelante unos menus que algún día harán ricos a quienes nos contraten. Cada vez nos parecemos más al modelo de cocina que reflejó un gran ilustrador francés ya desaparecido, Roger Blanchón:
Por supuesto, éste es el modelo francés. Eso no tiene nada que ver con ese mundo secreto y lleno de leyenda que es un restaurante chino, por ejemplo...
Ambos modelos están muy alejados del ambiente elegante, aséptico y tecnológico de un típico restaurante español como el que aquí aparece...
Como se puede ver, es un restaurante sencillito, muy normal... de los de menú diario.
¿Exagero? No sé, en AMANCA, donde aprendemos a ser profesionales, trabajamos en un ambiente muy parecido... aunque las bandejas sean de plástico en vez de plata labrada.
Vale, vale... no todos los restaurantes son así, también hay miles de restaurantes humildes, pero con la misma limpieza, orden y creatividad. Mira, mira...
Si no te fijas en los huevos fuera de la cámara, te parecería perfecto, pero es que la dama del pañuelito los ha lavado y cepillado uno por uno y los va a usar de inmediato, ¿qué te creías?
En un restaurante español como Dios manda, o sea aquel que nos dé trabajo a los alumnos de AMANCA (dense prisa en presentar su solicitud de cocineros porque terminamos el curso a primeros de Julio), la pasta la hacemos nosotros, los bizcochos los hacemos nosotros, las cremas las montamos a mano, las aves y carnes las despiezamos y preparamos nosotros, los pescados los limpiamos y desespinamos nosotros... y nos meneamos media hora un Pil Pil para dejarlo tan ligado que le das la vuelta y no cae ni una gota, como si fueran claras montadas.
Para concluir, un recuerdo para los buenos clientes de restaurantes españoles en estas fechas tan señaladas...
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