-Oiga, no todos los fumadores contraen cáncer o enfermedades pulmonares, ¿por qué? ¿Cuántos de esos cancerosos lo serían aunque no fumaran?
-¡Ni lo sé, ni me importa! Mi encuesta de datos dice que...
¿A nadie, por ejemplo, se le ha ocurrido analizar por qué un anciano fumador empedernido no sufre ninguna de esas enfermedades? ¡Ah, claro, porque admitir esa posibilidad no es políticamente correcto ni acorde con la opinión mayoritaria.
Las encuestas de opinión se realizan a un número determinado de personas en lugares aleatorios que aceptan responder y a la que se les asigna un nivel de representación. A partir de ahí se aplica un algoritmo del que se deduce la opinión general.
El caso más estúpido del poder de las encuestas y de los marketinianos que conozco es el E.G.M., "Estudio General de Medios". Con él se deciden las tarifas publicitarias de los medios, los ingresos de las estrellas, la continuidad de sus trabajadores, el número de campañas asignadas por las centrales de medios... etc. Se llega a decir (y a creer, que es lo peor) que determinada emisora tiene 4.836.729 oyentes, por ejemplo, con total rotundidad, precisión y credibilidad. Pero esa conclusión se basa en una serie de encuestas telefónicas que preguntan que oyó, leyó vió ayer y a qué hora. ¿A toda la población? No, solo a unos cuantos y en algunas poblaciones, ni siquiera en todas las que pasen de un número de habitantes. Así te encuentras que La Roda (Albacete) en un E.G.M. de 0 oyentes de radio, a pesar de tener 7 emisoras, porque en esa encuesta no tocaba preguntar a habitantes de esa población. EL E.G.M., la biblia del marketing de audiencias, la utilizan los marketinianos como arma para ocultar su estulticia y su principal argumento de justificación: "Yo no he sido. Yo no la he cagado. Lo decían las encuestas."
Los marketinianos diseñan productos, libros, películas y políticas. Deciden el qué, el cómo y el por qué de lo que se va a vender y a que precio, derivado todo ello de las encuestas realizadas y del nivel de estulticia e ignorancia de los encuestados.
Alla por los años 70, una pintada del metro resumía toda la estupidez que se esconde tras los consejos de estos personajes y las decisiones tomadas en base a ellos:
"UN CUATRILLÓN DE MOSCAS NO PUEDEN EQUIVOCARSE: COME MIERDA."
Para que lo sepan, yo opino de que...
-¡Eh! ¡Espere un momento! ¡He vuelto a cambiar de opinión!